Columna de cristal perfecta... que sostiene a la poesía novohispana en sus primeras perlas orientales...
Columna de cristal, dorado techo,
dos soles y dos corales
que alumbran a las perlas orientales
a quien el mundo todo ha de dar pecho.
Atrás deja la nieve el blanco pecho
y más atrás el medio de mis males:
¡ay, pecho guarnecido en pedernales!,
¿por qué, pues sois mi bien, mal me habéis hecho?
La piedra cava el agua y la enternece,
y halla en vos la viva que yo vierto
tal alta propiedad, que os endurece.
Vos, pecho, estáis cerrado, el mío abierto,
en mí crece el amor y en vos descrece,
pues, pecho, ¿qué ganáis hiriendo a un muerto?