La misma agua, esa tan vacía, la de las imágenes de la poesía, la de Carlos Pellicer, tan inesperada... un nuevo soneto para seguir esta ola impredecible y desordenada de perfectos sonetos...
Vuelvo a ti, soledad, agua vacía,
agua de mis imágenes, tan muerta,
nube de mis palabras tan desierta,
noche de la indecible poesía.
Por ti, la misma sangre ―tuya y mía―
corre al alma de nadie siempre abierta.
Por ti la angustia es sombra de la puerta
que no se abre ni de noche ni de día.
Sigo la infancia en tu prisión, y el juego
que alterna muertes y resurecciones
de una imagen a otra vive ciego.
Claman el viento, el sol y el mar del viaje.
Yo devoro mis propios corazones
y juego con los ojos del paisaje.
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